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Artemisan. Cazadores de datos

Por Carlos Sánchez García-Abad, coordinador de investigación Fundación Artemisan.

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Lunes 04 de Marzo de 2019

La reciente sentencia por la que se prohíbe la caza en Castilla y León nos deja dos mensajes claros: los grupos anti-caza (que no ecologistas), van a utilizar todos los resortes a su alcance para limitar nuestra actividad y los datos disponibles sobre el estado de conservación de las especies cinegéticas en España, parecen no ser siempre suficientes a la hora de plantear una gestión sostenible.

Desde hace décadas, los cazadores venimos realizando una recogida de información según nos marcan la normativa de las Administraciones competentes, especialmente en lo relativo a las capturas. Pero admitamos que el sector cinegético no se ha implicado “de lleno” en lo que se refiere a los censos de especies, una información que es básica para plantear una caza “con cabeza”.

Es cierto que hay grupos de investigación que realizan censos en colaboración con el mundo federativo y asociativo, así como algunas Comunidades Autónomas. A la cabeza me vienen iniciativas a distintos niveles y escalas en las que han participado cazadores y gestores, como en Castilla y León (que ahora se ve en un aprieto) y Andalucía, y también censos promovidos por la Asociación del Corzo Español y el Club de Cazadores de Becada (son sólo unos ejemplos). No obstante y con todos los respetos, estos censos distan mucho de tener la magnitud de los promovidos a nivel nacional por organizaciones como SEO-Birdlife o la SECEM (Sociedad Española para el Estudio y Conservación de Mamíferos).

No me andaré con rodeos: es necesario que comencemos a trabajar en censos cinegéticos a gran escala en los que los cazadores sean los que la recojan la información. Así como los voluntarios de ciertas organizaciones dedican un tiempo a recoger datos en el campo, los cazadores y gestores tendremos que comenzar a contar las especies de caza en momentos críticos del año.

Algunos dirán que esto supone una carga más, que a quién le importa la caza que haya en un coto, que al fin y al cabo, los cotos son privados y esto lo tendría que hacer la Administración. Yo les diré entonces que no se podrán quejar cuando los estudios de otras organizaciones digan que para un territorio  y una especie “no hay suficiente información” o “que esa especie está en declive” cuando realmente no es así. También les diré que la información, incluso cuando es negativa, es de gran valor y permite corregir errores.

Lo que seguro que muchos dirán es que ya colaboran con la Fundación Artemisan a través del proyecto RUFA contando sus perdices, una tarea que te llevará como mucho un par de “madrugones” a lo largo del año. O también mencionarán la encuesta que hemos lanzado recientemente sobre la situación y gestión de la liebre en Españaa través de WhatsApp, que se tarda en rellenar unos 10 minutos y que nos está dando una información de gran valor.

En los inicios de la Fundación, planteamos la necesidad de incrementar la monitorización de las especies de caza a mayor escala. Nuestro estudio socioeconómico, en el que participaron 4.500 personas enviando información a través de encuestas, nos dejó un mensaje muy claro: los cazadores y gestores están dispuestos a participar en este tipo de estudios. Por ello, en los próximos meses plantearemos proyectos para que además de especies cinegéticas, salgamos a cazar datos e información que puedan cambiar el destino de la caza. 

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